EL ABRAZO TARDÍO
─ ¿Busca a alguien?
─ ¿Busca a alguien?
Escuché que me repetían por segunda vez.
Entonces me volví, una persona desconocida para mí, pero que por el uniforme supe que era de la casa.
─Perdón ─ conseguí balbucear al fin.
La cuidadora se me quedó mirando fijamente, trataba de identificarme.
─ ¿Eres su hijo?
Una sensación de vergüenza se apoderó de mí.
─Sí soy Pepe, su hijo.
Sentí su mirada clavada en mi imagen, sentí su reproche, su desdén.
─Está en el jardín, alguien la ha sacado a pasear.
No me atreví a levantar la cabeza.
─Gracias murmuré, en un tono de voz que ni siquiera sé si llegó a ser audible y me encaminé al jardín.
Nada más salir por el corredor que daba paso al jardín, me encontré con un terreno desolado, lo que antes era frondoso y verde por todas partes, ahora era un erial, solo los árboles grandes y los arbustos consolidados, permanecían indemnes, el resto todo seco, ni asomo del césped, los rosales que en mayo perfumaban todo el recinto, apenas eran parte del recuerdo, las palmeras secas, los parterres apenas un montón de hierbas angostadas, los recortes también habían hecho estragos aquí, a pesar de ello, se respiraba aire fresco y la temperatura a esa hora de la tarde era muy agradable, la primavera avanzaba, ya casi rozando el verano y en el fin de semana anterior, se había conseguido temperaturas inusitadas para estas fechas del año.
Por un momento me olvidé de mi objetivo, me relajé, pero al caer en el objetivo que me había traído hasta aquí, me puse nervioso, elevé la mirada, buscaba de un lado a otro, solo al fondo una cuidadora empujando una silla de ruedas.
Llegaba al final del paseo, ya hacía la maniobra para dar la vuelta, las piernas me temblaban, estaba seguro que era ella, quería correr a su lado, quería volar a darle ese abrazo ansiado, pero mis piernas nuevamente, pensaban de una manera autónoma.
Tenía la silla de perfil, a punto de volver por el pasillo, la imagen de mi madre idealizada, esa de mis sueños, esa de cuando era niño, era lo que mi imaginación me hacía ver, entonces no hice nada, solo me deje llevar hasta su lado, la miraba fijamente, ella me miraba sin verme, la cuidadora me reconoció y al llegar a su lado, paró la silla y se alejó.
Me arrodillé a sus pies, la cogí de las manos y la pedí perdón mil veces, solo reaccioné cuando note las lágrimas resbalar por mis manos y terminar en las suyas, entonces levanté la mirada hasta que mis ojos y los suyos se encontraron.
Entonces me incorporé, cuando me puse en pie escuche su voz por primera vez.
─ ¿Eres nuevo aquí?, no te había visto antes.
─Sí mamá, hacía tiempo que no venía por aquí, pero quédate con mi cara, ahora pienso venir frecuentemente a visitarte, a contarte mi vida a hablarte de mí, aunque no recuerdes quien soy.
─Antes, hace ya algún tiempo.
En ese momento entre cerró los ojos como tratando de recordarlo.
─Antes me visitaba un joven parecido a usted, era muy amable conmigo, me trataba con mucha ternura.
─Sí mamá, había olvidado lo importante que eres para mí, lo mucho que te necesito en mi vida.
─A veces me hablaba de sus cosas, trataba de ganarse la vida aquí y allá, mientras terminaba sus estudios, en ocasiones, le daba alguna propina.
─No te puedes hacer una idea, de cómo me ha cambiado la vida en estos meses, mamá.
─El pobre no tenía tiempo para nada.
─Entonces no tenía tiempo y no había semana que faltará a tu visita, ahora, ahora tengo tiempo de todo, incluso para aburrirme y sin embargo…
─ ¿Qué habrá sido de él?, no recuerdo muy bien.
─Ahora todo le sonríe mamá, que orgullosa te sentirías de mí, ahora la vida me sonríe en todo, en todo, menos…
─Igual fue eso, igual al final encontró un trabajo.
─Sí mamá, me contrataron en una agencia de publicidad.
─Sí, eso es, encontró un trabajo de esos de verdad, con su contrato y todo.
─Fueron unos meses complicados mamá, siempre los comienzos son así, pero esto no justifica para nada mi ausencia.
─Ahora recuerdo, estaba muy contento la última vez que vino a verme, fue antes del comienzo en ese nuevo trabajo, era para lo que había estado preparándose, ¿qué habrá sido de él?
─Las primeras semanas, solo hacía fotocopias y preparaba café, pero antes de tirar la toalla recordaba tus consejos, esto me hacía aguantar, esperar mi momento y mi momento llegó enseguida, solo unas semanas unos pocos meses.
─Creo que en su última visita me contaba eso, que no le estaban saliendo las cosas como era de esperar.
─Casi nunca las cosas son como las sueñas mamá, tú sabes mucho de todo eso.
─La vida es una decepción, tras otra, eso es así, solo alguna vez es generosa con nosotros, y a esas ocasiones nos agarramos para poder seguir.
─Ahora en el trabajo me va muy bien mamá, mi exjefe Michael, Haro es mi gran amigo y aliado, en la agencia se me estima y se me valora sin embargo…
─De lo que nunca me habló fue de novias, con lo guapo que era, seguro que era un pica flor, hoy con una mañana con otra, nada estable, los hombres en general sois así.
─Nunca hubo chicas mamá, la única mujer de mi vida has sido tú.
─Conmigo era galante, cariñoso, seguro que ese era su comportamiento con todas las chicas.
─Ahora ya sé lo que es el amor, al menos eso pretendo creer.
─Seguro que alguna lagarta lo engatusó y por eso dejó de venir.
─Estoy aquí mamá, no te volveré a fallar.
─Igual cualquier día de estos me sorprende con su visita, era tan guapo.
─Si mamá, ya ves, estoy aquí, nuevamente contigo, ya nada ni nadie me volverá a separar de ti.
─ ¿Te he dicho que te das un aire a él?
─Soy yo mamá, tienes razón, desde entonces tengo pareja, Dani, ya llevamos algún tiempo juntos.
─Seguro que es muy feliz, se lo merece, ¡que guapo era¡
─Te confundes mamá, mi relación hace aguas por todos lados, nunca creo que ha sido una relación de amor, tal vez una relación de intereses.
─ ¡Qué difícil, es encontrar el amor¡
─Ya se algo de eso mamá, son difíciles de aprender esas lecciones.
─Nada es más gozoso que encontrar el amor.
─Creo que aún no he vivido ese momento, cada día estoy más seguro de ello.
─A la vez, nada te hace sufrir tanto, amor-desamor, un binomio inseparable.
─Tú mamá, viviste tu gran historia de amor con papá, me lo contaste mil veces siendo niño.
─Yo sé mucho de eso, se mucho de desamor, de espera.
─Mamá tú fuiste muy feliz hasta que papá murió.
─no hay nada más desolador, que el abandono.
─¿De que me hablas mamá?
Entonces se me quedó mirando, por unos segundos tuve la sensación de que me había reconocido.
─Joven, me podría llevar dentro, es la hora de la partida de cinquillo con mis amigas, seguro que ya me están esperando.
La miré fijamente, ella siempre había odiado los juegos de cartas.
Por el pasillo de tierra arrastrando los pies, volvía la cuidadora que solo unos minutos antes nos había dejado.
─Debo de darla la medicina y cambiarla para dormir, tengo que llevarla a la habitación.
─Por favor déjeme llevarla a mí.
Entonces volvió a su mundo, tarareaba una vieja canción, las lágrimas resbalaban por mis mejillas, pero en el fondo, llevaba tiempo sin sentirme tan bien, como me encontraba en este momento.
Está fantastic@! La prosa…, una chulada!
Me gustaría obtener el libro, pero físicamente. Qué debo hacer para ello?
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Sensacional relato Adolfo, has sabido dar el candor de la persona (familiar), como algo que el Alzheimer, sabe y reconoce como cercano, es exactamente una de las características de esta irreversible enfermedad, Te felicito!!!
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